Hace mucho
tiempo no hablo con mi amigo el viento, ¿será que he salido? Bueno, salgo a ver
si está presente y su presencia se percibe, voy a dentro y me pongo un abrigo.
Mi amigo me ha despeinado, pero me siento a escucharlo. Ese día las nubes eran
las dueñas del cielo, el sol estaba de vacaciones en el otro hemisferio. Me
paro y ese día el viento se me introduce en mi sistema respiratorio y ciento una
sensación de plenitud inmensa. Entonces el me guía a la orilla de nuestro amigo
el río. Ese día el río lucia diferente, tal vez deprimido, se veía seco, pero
las nubes estaban ahí diciéndole que pronto lo llenarían de gracia y fuerza.
Mientras contemplo su humilde cascada desde una roca, el viento hace un vals
con unas hojas e iban al son del crujido de los árboles. No se cómo llegue ahí
pero estoy en los adentros de mi amigo el río, siento como el me abraza con sus
frías gotas. Salgo empapada de sabiduría y me desplomo a observar las nubes; pero
de pronto siento una persona a mi lado y me mira con un brillo en los ojos pero
no sé por qué, lo miro indescifrable mente y sus ojos cambiaron su intensidad,
puedo sentir el frío de sus ojos, creo que es decepción. Mientras el me abraza
con una lagrima recorriendo su mejilla, me pregunto ¿quién podría ser? Veo una
niña con su pelo color cobrizo que corre a donde mí y me llama “Mamá’’, la
desesperación de no saber quién es ella me inunda mi mente, el me mira con
esperanza. Me voy del lugar con mi mente destrozada y vuelvo a la roca donde
contemplaba el río, en este momento me recuesto de la roca y mi memoria se
aclara por unos segundos y cierro los ojos, pero no recuerdo a ver vuelto
abrirlos…
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